A robar comida? No...a buscarla...[Libre]

Hacía media hora que había despertado. Si la chica que se encargaba de atender las necesidades de los huéspedes tardaba más tiempo en llegar, se las vería conmigo. Acababa de pedir un trozo de pastel para desayunar, debía reconocer que no podía resistirme al chocolate. Me levanté de la cama de un salto y abrí la puerta de la habitación para ver si venía alguien. Observé a una chica morena acompañada de un gato despeinado. La joven me parecía conocida, como si la hubiese visto antes. -¿Buscas algo?- Le pregunté examinándola de arriba de abajo.

La chica se comportó de forma extraña, pensé que quizás le pasaba algo pero que no pensaba decírmelo, al fin y al cabo nos acabábamos de ver por primera vez. -Ah... ya veo.- Me agaché para admirar al gato. Tenía unos bonitos y grandes ojos, sonreí. -Ven gatito.- Lo llamé alargando la mano. Yo adoraba a los gatos, era seres elegantes y majestuosos. Me puse de pie nuevamente para mirar a la chica. -No te recomiendo este hotel. Es una porquería.- Expliqué con desprecio, mientras a los lejos, por el pasillo se acercaba una mujer de uniforme, cargando una bandeja que contenía mi desayuno.

Era extraña, rara... su comportamiento no era normal. Coloqué las manos sobre la mi cintura y la observé. -Creo que te he visto en alguna ocasión, pero no tengo ni idea de donde.- Era cierto, su cara me resultaba conocida. Quizás nos habíamos cruzado en alguna ocasión, al fin y al cabo el mundo era un pañuelo. -Soy Maryse.- Me presenté con total orgullo.

Le quité a la mujer la bandeja de las manos. -Es usted una inepta. Si yo fuera su jefa le echaría a la calle como a un perro.- Mis ojos se volvieron rojos y la criada saliño despavorida corriendo. -Bah, se me quitaron las ganas de esto. Me iré rapidamente de este hotelucho.- Le tendí la bandeja a la morena. -¿Quieres? A mi ya se me ha quitado el apetito, aunque si no quieres, podría quedárselo tu gato.- Encogí los hombros, esperando a que respondiera. -Encantada Niala.-

Parecía hambrienta, como si no hubiera comido en meses. Se seguía comiendo de aquella forma al pobre gato no le quedaría nada. -Dices que acabas de llegar. ¿Te refieres a la ciudad? ¿Nunca antes habías visitado esta zona?- Sentía curiosidad, nada más. Era extraño que fuera gente de visita al lugar, pues aquel pueblo no era muy transitado, y menos aún divertido.

La escuché. La chica debía de tener algo importante qué hacer en la ciudad, pues nadie vendría a esta zona en su sano juicio. Quizás tenía familia por allí, esa era otra muy probable alternativa. -Y... por qué has decidido venir a un sitio como este?- Pregunté curiosa. No me importaba sonar indiscreta o metiche.

Estaba claro que la joven no pensaba dar muchos detalles, asi que desistí de seguir preguntándole cosas a la desconocida y guardé silencio. Seguía pensando que la morena era bastante misteriosa y extraña. -Ah... entiendo.- Mentí deliberadamente. -Me gustan los gatos negros. ¿Cómo se llama?- Le pregunté.

Sonreí forzosamente, pues incluso cuando lo hacía sin ironía me costaba. -Bonito.- Dije sin más. -Yo tuve un gato parecido hace un par de años, la verdad es que le tenía aprecio, era mi único amigo.- Me encogí de hombros. -Pero un buen día, desapareció sin más.-