Divirtiéndome (LIBRE)

No es que me lo estuviera pasando realmente bien, pero al menos me conseguía algunas propinas mientras bailaba por entre los hombres del lugar. Muchos sábado iba a la taberna, donde muchos viejos verdes, pervertidos y desesperados me comían la mirada. Yo lo tenía todo controlado, sólo bailaba con movimientos sensuales y libertinos, pero mantenía las manos de esos hombres alejadas de mi cuerpo. Y si alguno se pasaba de la raya, era muy fácil, esperaba a que saliera de la taberna y lo mataba. Cogí el billete que me ofreció uno de ellos, que por su estado parecía estar borracho. Guardé el dinero recibido dentro del escote y me senté en la barra, jadeando, un poco cansada. -Un wisky bien fuerte.- Le pedí al camarero, sonriendo pícaramente, para conseguir que me lo dejase gratis, como casi siempre hacía. Me abaniqué con la mano y miré hacia la puerta del bar, alguien acababa de entrar.

Me quedé en blanco en aquel momento. Se trababa de James ¿por qué me tenía que encontrar a ese estúpido por todos lados? Giré la cabeza para disimular, aunque sabía que ya se había dado cuenta de mi presencia. Lo miraba de reojo, pendiente de sus movimientos, esperando ver qué hacía. El camarero me entregó el Wisky. -Gracias, ahora que la taberna se llenó DE ESCORIA me viene mejor que nunca.- Alcé la voz para que Jason pudiese oirme, pues estaba prácticamente segura de que se había dado por aludido. Me levanté con el vaso en la mano y me acequé hacia Jason; me encantaba fastidiarlo. -¿Y tú Jamesito ¿No crees que hay... gente... Lo miré de arriba a abajo. -... que debería tener prohibido la entrada a los lugares públicos, porque con su presencia echa a perder el hermoso entorno?- Bebí el contenido del vaso, sin dejar ni una sola gota. Me quemaba la garganta.

Aquella maliciosa sonrisa que había tenido marcada en el rostro desde que James entró a la taberna, desapareció instantaneamente. Apreté los dientes y sonreí irónica ¿cómo se atrevía aquel vampirucho marca-abdominales, decir algo así? ¿Acaso insinuaba que no provocaba deseo a los hombres? Alcé una ceja y me apoyé en la barra, cruzando mis brazos. -Resulta vampirito, que a mi me gusta excitar a HOMBRES de verdad. Pero claro... no todos dais la talla.- Reí maliciosamente y volví a pedir otro Wisky.

Nunca podía estar callado y dar su brazo a torcer, él siempre replicaba y respondía de inmediato a mis comentarios mal intencionados; pero no pararía, seguiría atormentándolo con mis cosas. -Tú siempre huyendo de mis comentarios. A eso le llamo ser un... Me acerqué un poco más a él, hasta llegar a su oreja y acercar mis labios para susurrar. ... cobarde. Concluí la frase, separándome nuevamente de él y arrimando un taburete para sentarme. Me seguiría divitiendo. -¿Sabes? A veces me pregunto por qué siempre terminas cruzándote en mi camino. Te encuentro en todos lados y no es precisamente algo agradable.- Le guiñé un ojo para reafirmar mis palabras.

Nadie en el mundo conseguía sacarme de mis casillas como lo hacía James. Asentí con la cabeza ante su pregunta. Estaba claro que él también se divertía de lo lindo a mi costa. -Lo haría encantada. Pero da la casualidad de que me encuentro muy a gusto en este bar, y aquí no hay ningún hombre de verdad, así que tendré que esperar a otra ocasión para pasar un buen rato.- Reí y miré a mi alrededor. Me quedé observando a un hombre alto y grandullón que no me quitaba los ojos de encima, y que sólo sabía decirme palabras vulgares y poco caballerosas. Aquel personaje asqueroso sería mi próxima víctima aquella noche. Le enseñaría cómo tratar a una dama como yo. -Pero si tanto te molesta mi compañía puedes largarte, al fin y al cabo yo estaba aquí primero.-

Levanté una ceja. -No sé de que me hablas. Lo único que quiero es alimentarme y qué mejor forma de hacerlo que quitándole la vida a un baboso hombre que espera la primera oportunidad para darte una palmadita en el trasero?- Puse una mueca de asco. Aquel hombre no se iría de rositas así porque si. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo cuando sus labios rozaron mi oreja. Intenté serenarme, aquello no había sido más que un pequeño desliz, un escalofrío insignificante que no había provocado nada en mi. O al menos eso debía yo de creer. -Me... me alegro de que vayas aprendiendo a responder, si sigues así quizás algún día puedas llegarme siquiera a los talones.- Reí. -Por cierto Jamesín, ¿cómo es que no está por aquí tu rubia de bote?.- Estaba claro que me refería a Hannah. Según varias fuentes de información decían que pasaban mucho rato juntos, y aunque nunca habían visto nada raro, yo no me confiaba demasiado.

Volví a mi posición seria cuando me respondió aquello. Parecía que realmente le importaba aquella chica tonta, estúpida y "dulce" que yo tanto despreciaba. -Vaya... fíjate como saca sus dientes el vampirito cuando le hablan de su inocente y tierna amiga.- Mi tono sarcástico me divertía. A continuación comencé a reir como si estuviese loca. -¡Bravo! Un aplauso al mejor chiste de la historia.- Coloqué mi mano derecha sobre su barbilla y la levanté para que me mirara. -Parece ser que lo que te falta de valor, fuerza, inteligencia y hombría, te sobra de ingenuo, iluso e ignorante. Aún no existe el hombre que consiga poner celosa a Maryse Bonnet.- Empujé su rostro hacia un lado, apartando la mano. Era irritante, pero no se saldría con la suya.

Sentía su olor, su aliento y su cuerpo. Para mi fastidio aquella situación no me incomodaba, sino todo lo contrario, me gustaba. Levanté un poco la cabeza para poder clavar mis claros ojos en los suyos. -Me gustaría mucho verte enfadado, a ver si así dejas de parecerme tan poco peligroso e imponente.- Me burlé un poco. -Sinceramente no me preocupa, no creo que tu furia sea de carácter muy fuerte.- Sabía que Jason era un chico fuerte, al que muchos temían, pero yo no podía dar mi brazo a torcer, y menos en aquella situación amenazante. Enarqué ambas cejas y miré hacia abajo para ver su cuerpo aprisionado con el mío. Sin dudas yo era masoquista, ahora me gustaba aún más que antes. Se podía decir que era incluso excitante. -Digamos James que yo busco a un hombre especial, un hombre que esté loco por mi y... que no tiemble cuando le susurro algo al oído.- Sonreí con diversión, aunque era imperceptible, pues no me había apartado de él ni un milímetro.

Reí rapidamente y apoyé los codos sobre la barra, que chocaba contra mi espalda. Seguiría allí sin moverme, intentaría seducir a James para que comprobase de lo que era capaz. -Ajá, pues si crees que te hace falta ensayar, deberías hacerlo. La verdad es que sería bastante... ¿cómo decirlo? excitante escuchar tu gruñido.- Solté una efímera carcajada y coloqué los brazos por encima de sus hombros, rodeando su cuello. Acerqué mis labios a los suyos. -¿De verdad tiemblan por eso, James?- Entrecerré mis ojos y esbocé una sonrisa satisfecha. -Y qué me dices de los que tiemblan cuando una mujer hermosa, sexy y sensual acerca sus labios y roza los suyos?-

Al parecer el chico no era tan tímido y cortado como a mi me parecía, y eso me gustaba. Se podía decir que incluso comenzaba a entrar en calor. El tenerlo tan cerca me preocupaba, me hacía sentir segura, en las nubes... Borré esos ridículos pensamiento y me centré en sus palabras. -Vamos Jason, no seas malito.- Deposité el dedo índice sobre sus labios. -No soy tan mala cuando me tratan como me merezco.- Sonreí y hablé de nuevo. -Y si esos hombres que tiemblan cuando dicha mujer hermosa, sexy y sensual lo besa. ¿Cómo crees tú que reaccionarían si a esa mujer la detestan?- Entrecerré mis ojos a la espera de su rrespuesta.

Decidí seguir con todo aquello, y aunque no era normal nuestra conversación repleta de coqueteos, yo me sentía estupendamente. -Quizás tengas razón, pero bueno... así soy.- Sonreí. Agarró mi mano con fuerza para separarla de sus labios. ¿Acaso le ponía nervioso? Me divertía pensar eso. Presté atención a lo último que dijo, pues había estado esperando una respuesta así. -Si... estoy de acuerdo, creo que el hombre se dejaría besar, aunque después se arrepintiese. Veamos que harías tú- Acerqué mi rostro al suyo y sonreí pícaramente. Arrimé mis labios a los suyos y pasé mi lengua por ellos con toda la sensualidad, entreabrí un poco la boca para besarlo pero me aparté en el último momento. -Mmm bueno, pensándolo mejor, no.- Me eché hacia atrás, apoyando de nuevo los codos sobre la barra y sonreí maliciosamente. Me encantaba fastidiarlo y hacerle sufrir.

Reí estrepitosamente. Muchos de los presentes tenían la vista fija en nosotros, incluso juraría que el hombre sentado a nuestra derecha, estaba prestando atención a cada una de las palabras pronunciadas. -Mmm puede.- Reconocí sin problemas, volviendo a abrazarlo por el cuello. -¿Acaso lo consigo señor Hamilton?- Pregunté divertida, relamiendo mi labio inferior.

Sonreí abiertamente cuando dijo aquello. Su cuerpo se aprisionó aún más con el mío, lo que me indicó que Jason seguiría con aquel juego de coqueteo y flirteo. -Pues me parece que si.- Asentí con la cabeza despacio y me acerqué más a él. -Y para que veas lo injusto que eres conmigo cuando me dices mala y víbora, te demostraré que no soy así y que me gusta ayudar y complacer a los demás.- Le guiné un ojo y acaparé su boca con la mía.